Para muchos puede resultar contradictorio pensar que la sustitución de una planta natural por una superficie sintética resulte ecológico. El planteamiento principal a favor del producto sintético es que no necesita grandes cantidades de agua en comparación con el natural. Los prados de hierba natural son comunes en zonas donde abundan las lluvias y no lo es en zonas secas, como por ejemplo en climas mediterráneos.
De hecho, si plantáramos césped en una zona con pluviometría media de España, éste no subsistiría sin nuestra ayuda. El consumo de agua se estima en 1.780 litros de agua por metro cuadrado de césped natural cada año.
Otros argumentos menos importantes valoran los recursos y energía necesarios para mantener el césped natural en condiciones, como por ejemplo las emisiones y consumo de petróleo de las máquinas segadoras y de jardinería. Los residuos generados por la siega y el uso de pesticidas y abonos en la tierra son otro punto en contra del césped natural.
En este campo, Verdalia ha conseguido un césped artificial de muy bajo mantenimiento y está a punto de llegar a un producto 100% reciclable.